martes, 8 de agosto de 2017

¿Dónde están las urnas?

Primero fue que si las obtendrían en el Servei Estació de la calle Aragón. Luego se empezó a decir que se almacenaban cerca de donde vivió G.U. durante dieciocho años: en el consulado de Lituania, en la calle Freixa, situado en un bloque junto a los famosos edificios de Coderch (a los cuales parece imitar, salvo en el recubrimiento). Algunos viandantes y vecinos afirman que vieron llegar, de madrugada, un misterioso camión que desembarcó muchas cajas en ese lugar.

De eso hace ya un tiempo. Ahora se habla de un enorme almacén que tiene el Parlament de Catalunya en un siniestro polígono de la Zona Franca, vaya usted a saber con qué utilidad. La cosa tiene su miga y, como bien señala Sergi Pàmies, un buen tipo, este asunto podría formar parte del argumento de una nueva entrega del inolvidable detective Carvalho, del no menos inolvidable Vázquez Montalbán. En su texto aparecen, además los entrañables Biscuter y Charo.

Dice así Sergi Pàmies:

«Algunas historias relacionadas con la fase actual del proceso me hacen pensar en Pepe Carvalho. No sólo porque Carlos Zanón está a punto de resucitarlo con un título fácil de recordar sino porque el personaje de Manuel Vázquez Montalbán tiene el punto justo de sabiduría desencantada y buen paladar para entender la inapelable complejidad del choque de trenes.

Consulado de Lituania y hangares de la Zona Franca
De los episodios acumulados, el más literario es el de las urnas. Para evitar la acusación de malversación de fondos públicos, que podría condenar a prisión a políticos y funcionarios, circulan hipótesis que serían verosímiles en una novela negra. Hay quien dice que las han escondido en el sótano de un consulado de república báltica y que detrás de esta gestión estaría el conseller Romeva, novelista, nadador y profesor de lambada, tres virtudes heterodoxas que le habrían encantado a Montalbán.

También hay quien afirma que se están fabricando clandestinamente, quién sabe si en polígono regentado por un descendiente de Biscuter, quién sabe si financiadas por la deixa de un viejo cliente de Charo, que escogió Andorra para distanciarse de un Carvalho cada vez más maniático. La hipotética novela recuperaría aires de balneario, postales de los mares del Sur, pajarracos de Bangkok, rosas artificiales de Alejandría y el detective tendría una inconfesable debilidad por Carme Forcadell. Aparecerían dos cadáveres, uno con la inscripción Artículo 155 en el pecho y otro con el tatuaje 1714 en la frente, ambos en el funicular de Vallvidrera, que mantendría su estatus de paisaje inhóspito en invierno. Y la omnívora chimenea sacrificaría los títulos más insoportables de la biblioteca del proceso».[...]



4 comentarios:

  1. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ ¿¿¿¿¿¿????????
    Dios mio ¡¡¡¡¡¡¡ ¿ donde enstán ?

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  2. Lo que más me gusta de "Carvalho y las urnas" es la debilidad que siente el detective por Forcadell, ¿será por el tamaño de las cartucheras de Carme?
    Por cierto, lo de las urnas creo que es una leyenda urbana. MJ

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  3. Ya que nombra Ud.a S.Pàmies, estoy contentísima porque, gracias a las vacaciones de Pilar Rahola, ha ascendido y su artículo ocupa el lugar reservado a ésta. Con ello hemos salido ganando los lectores y se hace justicia a un buen escritor relegado injustificadamente a las páginas deportivas o de relleno.
    nvts

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    1. Me gusta mucho Pàmies. Por mi, Rahola se podría quedar una temporadita en Cadaqués comiendo paellas con los procesistas más ilustres (sería el caso de Puigdemont, sin ir más lejos).

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