lunes, 3 de agosto de 2015

Las ciudades se quedan vacías

Barcelona, c/ Balmes / (2/8/2015)
Foto: Nvts
Y las islas (muy especialmente las Pitiusas) se quedan llenas a rebosar. Esto es un horror. Cuando los "veraneantes" vuelvan a la ciudad, seguramente hechos papilla pero con ganas de fardar y enseñar fotos con la tableta (¡peligro!), la gente que se ha tenido que quedar allí los verá llegar como intrusos que vuelven a ocupar un espacio que por primera vez desde hace un mes les había resultado vivible, según nos cuenta Nvts.

Bueno, El Roto y Javier Marías —dos personajes a los que sigue fielmente Gran Uribe — han bajado estos días la persiana y se han largado del "peinetero Madrid", como calificaba un primo de quien esto escribe a la "capital de las Españas" (según la llaman los soberanistas, con cierto rentintín y mueca de desprecio). Sin embargo, no sería nada verosímil que Gran Uribe dijera que se los ha encontrado por aquí, en las Pitiusas. Nada.

El Roto necesita recargar las pilas porque uno se puede imaginar el esfuerzo que debe de ser sacar una acerada viñeta como las suyas cada día. Se le echará en falta un montón. Pero lo necesitamos fresco como una lechuga en septiembre para ayudarnos a renovar nuestro espíritu crítico.


Viñeta de El Roto (1/8/2015)
Javier Marías también merece un descanso. Sus novelas pueden llegar a ser indigestas por su manera un punto farragosa de escribir en ese formato, pero hay que progresar en ellas y al final uno se ve recompensado con creces. Ya pasaba con Los enamoramientos y también con Así empieza lo malo. En cuanto a sus artículos, ocurre como con El Roto, no sobra ni falta nada en ellos y ha de ser complicado sacar un artículo de ese nivel cada semana. También nos será muy necesario en septiembre para ayudarnos a refrescar nuestras meninges, que buena falta hará.

A este respecto, una carta a EL PAÍS SEMANAL nos ahorra hacer hacer más comentarios. Dice así:
Crear espíritu crítico
«Después de leer el artículo de Javier Marías Pasatiempo 601, me veo en la absoluta obligación de intentar dar respuesta a algunas de las preguntas que se hace relativas al para qué de sus cuatro lustros de artículos de opinión. Sencillamente, he de confesar que leo El País Semanal desde hace años prácticamente para llegar a su sección, para conocer su opinión sobre un tema particular –esté o no de acuerdo con ella– y, por encima de todo, para sentir que, con gran alivio, no estoy sola en muchos de mis pensamientos –o loca como bien menciona en el artículo–. Influir siempre conlleva un cierto grado de autoritarismo; sin embargo, el acompañamiento para crear un espíritu crítico –que es el sentimiento que a mí me despiertan sus escritos– es, en definitiva, el acto más hermoso que se puede realizar para uno mismo y para los demás. Gracias, señor Marías».
Ana Alarcón Sáez. Madrid

6 comentarios:

  1. Pues sí, que descansen mucho y vuelvan pronto. Les echaremos de menos. El espíritu crítico, salvo honrosas excepciones, parece dormido y anda escaso.
    Los que nos quedamos en ciudades, ahora "vivibles", los añoraremos aún más...

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  2. En Agosto todos echamos un poco (no del todo) el cierre por descanso del personal. MJ

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  3. La foto de la calle Balmes que aporta nvts recuerda el aspecto que solían tener las calles barcelonesas en Semana Santa en los años cincuenta, o en agosto de los años sesenta a ochenta. Luego, poco a poco, las calles se han vuelto a llenar, sobre todo las del centro, y ya no hay tanta diferencia con el resto del año. A mí casi se me había olvidado este fenómeno, porque aquí, en Ibiza, pasa justamente lo contrario. La ciudad (y el resto de la isla) se vuelven inhabitables para los residentes, sobre todo en julio y agosto. Al ir al trabajo, a eso de las siete y cuarto de la mañana, uno se cruza con los que vuelven -ya vencidos- de las discotecas. Ellas, con sus vestiditos y sus taconcitos (a veces con los zapatos en la mano) y ellos con su camiseta cutre sudada... ¿Por qué esta diferencia tan acusada de vestuario? Alguien está haciendo el primo...
    El Tapir

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    1. Mi opinión respecto al asunto del vestuario es la siguiente, dicho sea sin ánimo de enfadar a ciertos colectivos. A las mujeres, por lo general, les gusta acicalarse para salir y disfrutan con ello: lavarse la cabeza, ponerse una toalla en ella y empezar el trabajo: cambiarse de vestido y de zapatos siete veces hasta encontrar la combinación perfecta, pintarse los morros y despintárselos otras siete veces, lo de los collares y pendientes, etc. Luego esperan que eso dé resultado, que la gente las admire por allí por donde pisan, aunque su ánimo no sea en absoluto el de ligar, que esa es otra historia.
      Conozco a pocos tíos, salvo esos que llaman "metrosexuales", que disfruten ejerciendo un ritual similar, y a las tías, además, les da igual cómo se pongan; es más, posiblemente les desagrada que vayan demasiado atildaditos y les hagan sombra.
      Bueno, en fin, no sé si eso responde a la cuestión que se plantea al ver, cuando se dirige a trabajar, a los guiris que salen de las discotecas, ellas con sus vestiditos y ellos con la camiseta sudada.
      Queda pendiente una cuestión sobre este asunto. Lo que acabo de describir, ¿me lo invento? Y en caso negativo: ¿es genético? ¿es educacional? ¿de todo un poco? Que hablen los expertos. Buenas noches a todos (y todas).

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    2. Seguramente es como dice "5 de agosto de 2015, 1:53", pero a ellas, tan arregladitas, ¿no les molesta que se les presente el tipo con bermudas rotos de 14 bolsillos, gorra de ecuatoriano (con perdón) y camiseta (ya) sudada? A mí, desde luego, me molestaría, pero será que soy de otra era...
      El Tapir

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  4. Si te enseñan las fotos del verano en la tableta, aún. Lo peor es cuando lo hacen en el móvil: los niños jugando en la playa, las montañas de Capadocia, aquí a punto de tomar el avión para Nueva York, y ésta otra en el Central Park patinando. Un hábil deslizar de dedos ampliando, reduciendo, buscando una determinada imagen, y tú sin ver tres en un burro. Son sesiones duras, pero aún quedan días para que eso suceda o sea que ¡hay que aprovecharlos!

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