miércoles, 26 de agosto de 2015

Imágenes y palabras

A finales del siglo XIX las potencias europeas se repartieron África en la Conferencia de Berlín, celebrada 1885. Francia y Gran Bretaña –además de Alemania, Bélgica, España, Italia y Portugal– dibujaron con escuadra y cartabón las fronteras de los países africanos a su antojo, con el objetivo de amasar para sus territorios el mayor número posible de bosques, ríos y yacimientos minerales.
A partir de la 2ª guerra mundial empieza el proceso de la independencia de las colonias pero la cosa fue a todavía a peor y el expolio continuó bajo diferentes formas.
Nígeria es un país rico en uranio, el combustible de las centrales nucleares; la República Democrática del Congo lo es en casiterita, de la que se extrae el estaño, y también en oro, cobre y diamantes, al igual que lo son la República Centroafricana y Chad y Sierra Leona. El coltán (tantalio y columbita), la materia prima básica para móviles y tabletas, lo tienen en Etiopía, Nigeria, Zimbabwe, Mozambique, Namibia, Sudáfrica y Egipto.
En fin, África es un continente rico, pero no lo son los africanos ya que sus riquezas no mejoran la vida de sus ciudadanos, no llegan hasta ellos: se pierden entre los gobiernos africanos, las élites locales, los señores de la guerra y las multinacionales mineras.
A todo esto se añade la guerra de Siria y los conflictos por todo Oriente Medio. Un desastre que a Europa se le vuelve en forma de boomerang al cabo de 130 años. La xenofobia de los países ricos no tardará en ponerse en marcha.


Una carta a EL PAÍS nos hablaba de estas cosas ayer:

Gevgelija (Macedonia) | REUTERS / Ognen Teofilovski
Imágenes y palabras

«Dicen que una imagen vale más que mil palabras; muchos hemos visto estos días las imágenes sobrecogedoras e impactantes de inmigrantes, adultos y niños, peleando (literalmente) por conseguir subir a un tren hacinados como el ganado en la Antigua República Yugoslava de Macedonia. Huyen desesperadamente de guerras, hambrunas o regímenes dictatoriales. Otros se juegan la vida en frágiles embarcaciones, en muchos casos engañados por unas mafias a las que han entregado todo lo que poseían. 

Los llamados países “civilizados”, muchos europeos como antiguas “potencias colonizadoras”, puede que tengan una gran parte de culpa de esta situación desesperada después expoliar y de “vender” las virtudes del mundo moderno y la civilización occidentales a todos estos países, surgidos en muchos casos con fronteras arbitrarias y artificiales, con conflictos interminables, étnicos y tribales. No es pues de extrañar todas estas corrientes migratorias después de lo que les dejamos. Ahora toca al revés, somos nosotros los “invadidos” por estas otras culturas (aunque a algunos les molesten)».María Olga Santisteban Otegui.

2 comentarios:

  1. Un problema de difícil solución. MJ

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  2. Y uno de los más gordos desde la II Guerra Mundial. Y como en España, y sobre todo en Europa, en lugar de políticos tenemos contables, pues a ver quién le mete mano a esto...
    El Tapir

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