La vida como parque temático

Un artículo de Anatxu Zabalbeascoa —en el suplemento dominical de EL PAÍS de hoy— que el gran Uribe comparte al cien por cien. Trata de la banalización de nuestras ciudades. No hay párrafos a extraer: es breve pero excelente. ¡Enhorabuena, Anatxu!

"Es tan malo desconfiar sistemáticamente de lo nuevo como abrazarse acríticamente a la novedad. La "nueva vida" con que se revitalizan algunos edificios de los centros urbanos causa la muerte en esos barrios. Si se sustituyen los mercados con productos frescos por otros que ofrecen delicatessen pensadas para turistas, el barrio escupe a sus habitantes en un gesto que recuerda al de Saturno devorando a sus hijos. Si somos los que damos carácter las ciudades, ¿qué tipo de ciudad puede resultar de sustituir ciudadanos por negocios?
El trueque del kilo de tomates por las virutas de jabugo es el enroque entre la realidad y su representación. La distancia que separa un casco antiguo de un parque temático. Y es peligroso porque llega disfrazado de progreso y termina por destrozar todo cuanto había, ciudadanos incluidos. El fin de las ciudades empieza envolviéndolas de delicatessen y se extiende convirtiendo cines y teatros en hoteles para turistas que quieran llevarse una impresión de "la vida real" de la ciudad.
Los centros históricos están sufriendo un proceso acelerado de gentrificación que es como un juego de magia pergeñado por el diablo; cuanto más cuidados se presentan, mas descuidados están. Cuanto más protegidos se muestran, más desvalidos se encuentran. Ese escenario tan limpio está arrasando el mundo. Y las plazas y las calles que delatan nuestra civilización están dejando de hablar de nosotros para convertirse en un decorado en el que cualquier signo de autenticidad ha desaparecido para reaparecer luego en su versión falsa, la imitación, la que suplanta la vida con su representación".